Los Hijos de Anansi by Neil Gaiman

Los Hijos de Anansi by Neil Gaiman

Author:Neil Gaiman
Language: eng
Format: mobi
Tags: Fantástico
ISBN: 9788496544666
Published: 2005-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo Noveno

En el que Gordo Charlie sale a abrir la puerta y Araña tropieza con unos flamencos

La suerte de Gordo Charlie estaba cambiando, lo presentía. Habían vendido plazas de más para el vuelo en el que debía regresar a casa y le habían dado un asiento en primera clase para otro vuelo. Le habían servido una comida excelente. Sobrevolando ya el Atlántico, una azafata le había regalado una caja de bombones que había ganado en un sorteo que habían hecho entre los pasajeros. La guardó en el maletero que había sobre su asiento y pidió un Drambuie con hielo.

Llegaría a casa. Iría a hablar con Grahame Coats y lo aclararía todo; si había algo de lo que no le cabía la menor duda, era de su honestidad como contable. Arreglaría las cosas con Rosie. Todo saldría a pedir de boca.

Se preguntaba si Araña se habría marchado ya cuando él llegara, o si tendría ocasión de darse el gustazo de echarlo personalmente. Prefería esta última opción. Gordo Charlie quería ver a su hermano pidiéndole perdón, a lo mejor, incluso, de rodillas. Se puso a imaginar lo que le diría.

—¡Lárgate de aquí! —dijo Gordo Charlie—. ¡Y llévate tu sol tropical, tu jacuzzi y el resto de tu habitación!

—¿Perdón? —dijo la azafata.

—Estaba pensando —dijo Gordo Charlie—. En alto. Sólo, emm...

Pero ni aquel ridículo episodio pudo con su optimismo. Ni siquiera deseó que el avión se estrellara para no tener que soportar la vergüenza. La vida le sonreía, por fin.

Abrió el paquete de accesorios que le habían dado para hacerle más cómodo el vuelo, se puso el antifaz y reclinó el asiento hasta el tope, prácticamente en horizontal. Se puso a pensar en Rosie, aunque la imagen de Rosie que su mente evocaba no permanecía fija, continuamente se transformaba en una mujer menuda y más bien ligera de ropa. Gordo Charlie se sentía culpable, así que trató de imaginársela vestida. Fue aún peor, la veía vestida con un uniforme de policía. Se sentía terriblemente mal, se dijo, pero tampoco eso pareció surtir el más mínimo efecto. Debería sentirse avergonzado. Debería...

Gordo Charlie se acomodó en su asiento y dejó escapar un leve ronquido de satisfacción.

Seguía estando de un humor excelente cuando aterrizaron en Heathrow. Cogió el autobús que iba directo hasta Paddington y se alegró de comprobar que, durante el breve tiempo que había estado ausente, el sol se había decidido por fin a salir. «A partir de ahora —se dijo—, todo, absolutamente todo, va a ser maravilloso.»

El único detalle fuera de tono que le estropeó aquella mañana tan perfecta, fue algo que ocurrió en el transcurso de su viaje en tren. Estaba mirando por la ventanilla y pensando que ojalá se le hubiera ocurrido comprar el periódico en el aeropuerto. El tren pasaba en ese momento por delante de un campo —seguramente el campo de juegos de algún colegio—, cuando el cielo se oscureció momentáneamente y, con un ruido de freno, el tren se detuvo.

Aquel incidente no alteró el buen humor de Gordo Charlie.



Download



Copyright Disclaimer:
This site does not store any files on its server. We only index and link to content provided by other sites. Please contact the content providers to delete copyright contents if any and email us, we'll remove relevant links or contents immediately.